20-PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO




Y dijo: Un hombre tenía dos hijos; Y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de la hacienda que me pertenece: y les repartió la hacienda. Y no muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, partió lejos a una provincia apartada; y allí desperdició su hacienda viviendo perdidamente. Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una grande hambre en aquella provincia, y comenzóle a faltar. Y fue y se llegó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase los puercos. Y deseaba hechir su vientre de las algarrobas que comían los puercos; más nadie se las daba. Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré, e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo, y contra ti; Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. Y levantándose, vino a su padre. Y como aun estuviese lejos, violó su padre, y fue movido a misericordia, corrió, y echóse sobre su cuello, y besóle. Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo, y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. Mas el padre dijo a sus siervos: Sacad el principal vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y zapatos en sus pies. Y traed el becerro grueso, y matadlo, y comamos, y hagamos fiesta: Porque este mi hijo muerte era, y ha revivido; habíase perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse. Y su hijo el mayor estaba en el campo; el cual como vino, y llegó cerca de casa, oyó la sinfonía y las danzas; Y llamando a uno de los criados, preguntóle qué era aquello. Y él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha muerto el becerro grueso, por haberle recibido salvo. Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. Mas él respondiendo, dijo al padre: He aquí tantos años te sirvo, no habiendo traspasado jamás tu mandamiento, y nunca me has dado un cabrito para gozarme con mis amigos: Mas cuando vino éste tu hijo, que ha consumido tu hacienda con rameras, has matado para él el becerro grueso. Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. Mas era menester hacer fiesta y holgarnos, porque este tu hermano muerto era, y ha revivido; habíase perdido, y es hallado.' 

 Lucas. 15:11-32.

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